Nadie entendió cual era mi pasión…

Montilivi

Y mucha gente, demasiada, sigue sin entenderlo.

Murcianos que en estos días abren las páginas de los periódicos locales y sonríen pícaramente mientras observan caras descompuestas en la afición murcianista. Rostros de dolor, de rabia, de desesperación absoluta. Toquecitos en la espalda, miraditas de reojo. «Mira, mira… pobres…». Los pobres son ellos.

Porque pobre es el que nunca ha sentido un dolor tan profundo en el corazón. Pobre es el que es capaz de reírse de la desgracia de su paisano. Pobre es aquél al que su equipo, ése que juega a 500 km de distancia de su casa, le proporciona cien alegrías y dos disgustos que duran lo que tarda en salir la siguiente edición del Marca.

Las personas que hemos visto en esas fotos no son pobres. Son inmensamente afortunadas. Y lo mejor, es que lo saben. Lo supieron sólo 10 minutos después de que ese jodido balón entrara rodando en el descuento. Casi no podían articular palabra y muchos de ellos, casi todos, no pudieron reprimir el llanto, pero ellos mismos sabían que aquello que estaban sintiendo no era pena, era orgullo.

Orgullo de saber que nadie entiende su pasión, pero que está ahí. No la entienden en Madrid, ni en Barcelona, ni en Valencia o Sevilla. Tampoco la entienden en Murcia. No la entienden sus compañeros de clase o de trabajo, ni el vecino de al lado, el que tira cohetes cada vez que marca Cristiano Ronaldo, muchas veces ni siquiera lo entiende su propia familia.

Esa incomprensión es lo que precisamente hace grande el sentimiento de pertenencia a un club, a una afición, a una familia. Esa sensación de ser distinto. De haber nacido distinto. O de haber tenido la suerte de que alguien te llevara a la Condomina y te enamoraras del Real Murcia.

Hace ya mucho tiempo que dejé de pelear para intentar explicar lo que se siente. Han sido años de «hay que ser del equipo de tu tierra» o «son mil decepciones y dos alegrías en toda tu vida, pero es algo incomparable». Ya da igual.

Dicen los teólogos que la fe es un don de dios. Que o se tiene, o no se tiene. Y que el que lo tiene debe sentirse afortunado. Yo, como todos los rostros llorosos de esas fotos, me siento muy afortunado. We few, we happy few, we band of brothers.

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Porompompón

Lo siento en el alma, pero no he podido resistirme. Qué joyaza.

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Con derecho a uso

con derecho a uso resto vivienda

Paseando por Murcia estos días llama la atención la aparición, de un tiempo a esta parte, de carteles ofertando el alquiler de habitaciones. Hasta aquí nada raro. Los estudiantes comparten pisos que se alquilan por habitaciones. Muchos mileuristas comparten piso. Nada nuevo.

Pero si uno se fija detenidamente en el anuncio, se da cuenta de un detalle que sí es novedoso: «con derecho al uso del resto de la vivienda». El cartel de la imagen no es el primero que he podido ver, ni será el último. La ciudad está llena de ellos. La pregunta es clara: ¿qué clase de alquiler NO te permite el uso del resto de la vivienda? Cuando uno quiere hacerle una visita al Señor Roca… ¿tiene que bajar al bar de la esquina? ¿Hay que cocinar en el microondas del armario o vivir a base de bolsas de bolitas de queso? ¿Para salir de nuestra habitación tenemos que tirarnos por la ventana o nos dejarán usar el pasillo?.

Dándole vueltas al asunto, y pensando un poco (un poco, que estamos en Agosto y no es menester) llegué a la conclusión de que son anuncios dirigidos a inmigrantes. Cada vez existen más casos de familias ecuatorianas que viven en una misma habitación (marido, mujer, hijos), compartiendo piso con otras familias dentro de la misma vivienda. Es una situación, por lo que cuentan, bastante desagradable. Imagínate tener que aguantar a tu hermano pequeño. Ahora intenta imaginar tener que aguantar a 10 personas. No es plan.

Espero que la moda del «con derecho a uso» pase pronto. Nos quejábamos de los minipisos, pero anunciar un alquiler cuyo elemento distintivo es el hecho de que te dejen usar el baño o la cocina es, cuanto menos, indignante. Aunque tal y como va el asunto, no lo descartemos para un futuro.

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Si el hombre llegara a la luna… hoy

moon landing

Imaginemos por un momento que el hombre llegara a la luna hoy y no hace 40 años. Esas imágenes con medio pueblo reunido alrededor del único televisor en kilómetros a la redonda no existirían. No podría haber gente que se enterara más tarde, con el correo, con el boca a boca, a la mañana siguiente con una cerveza en mano en el bar de la esquina.

La cobertura habría sido espectacular. Desde la CNN, pasando por la BBC, la NBC, ABC, MSNBC, FOX, póngale las iniciales en mayúscula que quieran: esa cadena también. Radios, televisión, pero, sobre todo, internet.

Twitter echaría humo. El friquismo twitteriano se pelearía por escribir el primer tweet tras la llegada a la luna, y las famosas palabras de Armstrong seguro que habrían sido algo así como «1peke paso xa el ombre, 1gran slto xa la umandad», escrito con prisa desde su pequeña Blackberry.

Deberíamos aprender a disfrutar del presente, a vivirlo, en vez de intentar contárselo a la gente. Twitter es una buena herramienta si se utiliza con precaución, pero si se usa de forma compulsiva para describirnos incluso qué tono de amarillo tiene la camiseta del que está sentado a nuestro lado en el autobús, pierde toda su gracia.

Si el Apolo 11 llegara a luna hoy, la gente no lo vería: estaría demasiado ocupada contándoselo a sus amigos de facebook o a sus seguidores de Twitter.

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Fútbol-negocio, ahora más que nunca

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Pues sí amiguetes, parece ser que una nueva ley, de éstas que cada cierto tiempo inventa una de esas mentes pensantes que solemos llamar «diputados», amenaza con interrumpir las ya de por si lamentables retransmisiones futbolísticas (canal+ al margen) de nuestro país.

En concreto, la nueva ley general de comunicación audiovisual pretende interrumpir los partidos durante los tiempos «muertos», o aquellas acciones de menor interés (saques de banda, corners, pérdidas de tiempo, lesiones) para mostrarnos el nuevo diseño para cocina de Ikea o el último grito en detergentes antimanchas.

Si ya les parecía molesta la pantallita de la Fórmula 1, o las continuas referencias a series de televisión y proyectos cinematográficos del inefable Luque (sin olvidarnos de su compinche Manu Sánchez, cuyo nivel de incompetencia sólo está al alcance del gran JJ Santos), prepárense ahora para que, en el momento más oportuno, el realizador de turno tenga en su mano cortar la transmisión para introducir pequeños anuncios a su antojo.

Desde aquí una idea: queremos ver fútbol sin que nadie nos recuerde lo que va a pasar en el próximo capítulo de la chica de ayer o nos invite a ir al cine a ver el último truño financiado (por obligación) por la cadena de televisión de turno. Queremos un feed sin comentarios, sólo con sonido ambiente. Para algo está la TDT y sus posibilidades, esas que nadie explota.

No al fútbol negocio.

Vía: La chica de la Tele

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Cada vez empiezan antes…

Qué arte tiene el zagal.

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Presentaciones en la galaxia

Paris-Ronaldo

El lunes presentan a ese tipo rápido, habilidoso, de regate exquisito y enfermiza obsesión con el trabajo y el gimnasio. Ése que destroza escuadras en los lanzamientos de falta directa y que lo ganó todo antes de los 23 años en su anterior equipo. Si coño… ése. El de la Paris Hilton. Ronaldo.

Es una pena que llegue a España rodeado de tanta polémica, pero él mismo se lo ha buscado. Irse de putas es lo que tiene. Pagues o no.

Lo que me fascina del asunto es el tema presentaciones. 50.000 tíos (y tías) para ver a Kaká ponerse una camiseta (supongo que el número de féminas sería mayor si en vez de ponérsela se la quitara. Florentino, mira a ver). 50.000 que no tienen nada mejor que hacer una tarde de Julio que acercase al Bernabeu y ni siquiera ver un partido. Claro que se entiende si se tiene en cuenta que el 80% de la masa ni siquiera podría ser considerada como madridista, son niños, mayores, inmigrantes, turistas extranjeros… que aprovechan para entrar gratis al Bernabeu y echarse unas fotos.

Lo del chico de la Hilton superará con creces a lo de Kaká. Por muy mediático que sea, por muchas razones que busque, sigo sin entender tal fascinación por acudir a uno de estos actos. Claro que yo estoy por ir a la presentación de Mario Rosas con el Real Murcia si al final lo confirman… así que no seré yo el que llame loco del fútbol a nadie.

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Vamos que nos vamos

Entrega de llaves al pueblo de Irak

Entrega de llaves al pueblo de Irak

Han sido seis años de ocupación, pero ayer millones de personas en Irak bailaban de forma horrenda y gritaban descontroladamente: los yankies se iban a casa. Como prueba, esta imagen.

Tiene algo de surrealista el hecho de observar a un soldado americano entregando la «llave de la ciudad» a un representante militar irakí. Es como si mañana llega el vecino del cuarto, llama a tu puerta y se instala en tu casa durante seis años, para después entregarte la llave de tu propia vivienda, como diciendo «ala, machote, ahí tienes, la llave, te la has ganado«.

Sin embargo, más allá de celebraciones ridículas, la retirada no es más que un acto formal. La ocupación continúa, aunque en menor medida. Las tropas se retirarán de las ciudades principales paulatinamente y cederán el control militar a la policía irakí, que deberá demostrar ahora si está capacitada para defender a su país o en cambio lo suyo es más el estilo Mahoney.

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Instrucciones para aparcar en el centro de Murcia


Ardua y costosa es la tarea del conductor murciano. Si usted tiene la suerte de pertenecer a dicha raza, hará bien en seguir las siguientes instrucciones.

Comience por reunir una serie de provisiones que necesitará en esta larga aventura. Si usted es fumador no olvide una cajetilla, o dos, nunca se sabe, de su tabaco favorito. Los nervios se pierden fácilmente y no es de recibo quedarse sin su dosis de nicotina a las primeras de cambio. No están tampoco de más las pipas, palomitas, bocata de tortilla poco cuajada de esa que tan bien le sale a su abuela, su colección de música relajante y cualquier otro objeto cuya sola visión le lleve a usted a ese lugar especial de su imaginación donde todo es paz y felicidad y nada ni nadie puede amargarle la vida.

Una vez que considere que ya está preparado es hora de unirse a la jauría de automóviles que pueblan las calles de nuestra bendita ciudad. Salga con cuidado e intente no aplastar a ningún peatón. Son incómodos para cualquier conductor y en general suelen aparecer por donde uno menos se lo espera, como si hubiesen dormido allí y llevaran media hora esperando a que aparezca usted para saltar encima del capó. Si se ha incorporado a la circulación sin problemas, ha pasado la primera prueba. No se felicite a sí mismo todavía, ésta era la parte fácil.

Llegando a su destino deberá intentar localizar, cual ave rapaz hambrienta de presa, un espacio para estacionar su vehículo. Lo ideal es que dicho espacio sea ligeramente más amplio que la longitud de su automóvil. Si no lo es, tenemos un problema de difícil solución para el que seguramente la ciencia encontrará respuesta tarde o temprano.

Por seguir un orden, primero asumiremos que ha encontrado usted uno de esos exquisitos huecos que Dios parece haber puesto allí mismo exclusivamente para usted y que le permite mirar por encima del hombro durante toda la mañana a sus compañeros de clase o de oficina como si acabara de ganar el premio Nobel de física cuántica. Proceda entonces a colocar sus retrovisores de manera adecuada. Si no sabe a lo que nos estamos refiriendo, son esos espejos que utiliza para admirar el trasero de las señoritas sin tener que dislocarse el cuello en el intento y que, por lo general, no tienen ninguna otra utilidad ni para usted ni para el buen conductor murciano. Introduzca la manija de cambios en la ranura correspondiente al movimiento inverso al que venía realizando hasta ahora e, inmediatamente después, pase la mano derecha por encima del asiento del copiloto cual ligón de sala de cine a punto de intimar con su última conquista. Adopte también esa expresión tan característica a la hora del estacionamiento; ya sabe: ésa en la que parece estar resolviendo mentalmente la cuadratura del círculo, y dirija su mirada hacia la parte posterior del vehículo.

Es el momento entonces de iniciar la maniobra intentando no dañar ni su coche ni el del prójimo en el intento.

Enhorabuena, ha estacionado usted su automóvil como mandan los cánones. Pero su odisea no ha acabado. Incline su cabeza y podrá observar esa horrible sucesión infinita de puntos que forman una línea azul que sólo puede significar una cosa: después de tanto esfuerzo aún le piden un poquito más.

Tiene usted dos opciones. La primera es dirigirse inmediatamente a lo que muchos murcianos llamamos “El cacharro de la hora” y con la calderilla que le quede en el bolsillo, pagar honradamente la tarifa correspondiente.

Lo que este humilde servidor le recomienda es lo siguiente: pacientemente, y con el paso de los días, recopile todos los tickets usados que encuentre por la ciudad. Cuando haya reunido unos 50, colóquelos de forma aleatoria en la parte delantera de su vehículo. Esto le proporcionará esos minutos vitales que uno necesita para llegar hasta su coche desde el momento en que comprueba que se acerca el ávido cobrador municipal, que necesitará aproximadamente el mismo tiempo que tardó usted en aparcar su coche para localizar el ticket correcto, que por supuesto no hemos comprado. Si es rápido, quizá pueda llegar antes de que el Carl Lewis de los funcionarios descubra su estratagema.

Y no olvide, paciencia, mucha paciencia.

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And don’t the kids just love it


Television Personalities – And don’t the kids just love it.

Descargar desde Mediafire.

Probablemente uno de los mejores discos que he escuchado en mucho, mucho tiempo. Si puedo y lo encuentro, pondré el Best of del grupo, aunque para mí éste es su mejor álbum.

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